Tres estudios recientes han demostrado que el ejercicio físico no sólo podría reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular, sino que también podría ser una forma efectiva de tratamiento para estos problemas.
Los resultados se han presentado en la Conferencia de la Asociación Internacional de Alzheimer 2015. Estos resultados apuntan a que el ejercicio o la actividad física regular podrían desempeñar un papel tanto en la protección de su cerebro contra la enfermedad de Alzheimer y para otras demencias, así como ofrecer una mejor calidad de vida a las personas que padecen este tipo de enfermedades, tal como indica y Maria Carrillo, directora científica de la Asociación de Alzheimer.
Previamente a la conferencia, los investigadores presentaron pruebas de que ver mucho la televisión y tener bajos niveles de actividad física a principios y mediados de la edad adulta pueden elevar el riesgo de tener una función cognitiva más pobre en el futuro. Estos nuevos estudios sugieren que, a su vez, el ejercicio podría tener amplios beneficios para el cerebro.
Los investigadores descubrieron que las personas que siguieron el programa de ejercicio de moderado a intensó experimentó un número mucho menor de los síntomas neuropsiquiátricos que ocurren a menudo en la enfermedad de Alzheimer que el grupo control.
Los investigadores observaron que los síntomas psiquiátricos del grupo de control, como la ansiedad, la irritabilidad y la depresión, se deterioraron, mientras que los síntomas de los participantes en el grupo de ejercicio mejoraron ligeramente. En particular, los participantes asisten a 80% de las clases de ejercicio que hacían ejercicio vigoroso experimentaron mejoras significativas en su velocidad mental y atención.
«Aunque nuestros resultados deben ser verificados en grupos más grandes y más diversos, los efectos positivos del ejercicio en estos síntomas que vimos en nuestro estudio puede llegar a ser un complemento o una combinación eficaz con medicamentos antidemencia», informan los investigodores. «Esto requiere un mayor estudio de las estrategias de tratamiento multimodal, incluyendo el estilo de vida y terapia de medicamentos».
El ejercicio aeróbico podría reducir los niveles de Proteína Tau
Otro estudio investigó el impacto del ejercicio sobre uno de los lados fisiológicos de la enfermedad de Alzheimer. Las personas con esta condición a menudo desarrollan lesiones cerebrales conocidas como ovillo neurofibrilar, mediante el cual la proteína Tau se derrumba en hebras retorcidas, destruyendo un sistema de transporte célula vital y matando a las células del cerebro.
Mayores niveles de Proteína Tau en el cerebro están asociados con una evolución más rápida hacia el Alzheimer. Por ello muchos investigadores están intentado descubrir el modo de reducir esta proteína como parte del tratamiento para prevenir la demencia y el deterioro cognitivo.
Después de 6 meses de investigación con un grupo que hacia ejercicio aeróbico y otro sendentario, los científicos descubrieron que el grupo que hacía ejercicio tenían reducciones estadísticamente significativas en los niveles de Tau en comparación con el grupo sendentario. El ejercicio aeróbico también mejoró el flujo sanguíneo en las regiones del cerebro asociadas con la memoria y el procesamiento de la información, dando lugar a las correspondientes mejoras en la atención, la planificación y la función ejecutiva.
Dicen los investigadores que estos hallazgos son importantes porque sugieren que una intervención en el estilo de vida tan potente como el ejercicio aeróbico puede afectar los cambios relacionados con el Alzheimer en el cerebro, y que ningún medicamento aprobado actualmente puede rivalizar con estos efectos.
Mejora de la función cognitiva en pacientes con deterioro cognitivo vascular
El último estudio examina cómo el ejercicio aeróbico afectó a la cognición de los pacientes con deterioro cognitivo vascular leve, derrames cerebrales considerados como la segunda causa de demencia después de la enfermedad de Alzheimer.
Los participantes fueron asignados al azar a un grupo que hizo ejercicio aeróbico supervisado o un grupo que recibió la forma habitual de atención y asistió a un seminario mensual nutrición. Los participantes fueron seguidos durante 6 meses.
Los investigadores encontraron que los participantes del grupo de ejercicio experimentaron mejoras significativas en su función cognitiva en comparación con el grupo que recibió la forma habitual de atención. Los escáneres cerebrales realizadas tanto antes como después del estudio también demostraron que el cerebro de los participante que estaban en el grupo de ejercicio se hizo más eficiente con el entrenamiento.
Los autores de este estudio afirman que, aunque estos resultados prometedores deben ser replicados en las poblaciones más grandes y más diversas, el hecho de que el ejercicio aeróbico puede mejorar la función cognitiva en los casos deterioro cognitivo vascular leve significa que las personas con esta condición tienen esperanza de que puede ser una herramienta probada que puedan usar para prolongar su independencia y mejorar su calidad de vida .
El valor de las terapias no farmacológicas
No sólo estos estudios sugieren una forma potencialmente eficaz de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer y las condiciones correspondientes, sino que también sugieren que es relativamente fácil conseguir que una amplia población de pacientes lo pongan en práctica.
Carillo concluye diciendo que estos resultados también ponen de relieve el valor potencial de las terapias no farmacológicas para la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, y nos recuerdan que la investigación debe seguir firmemente centrándose en la combinación de enfoques multimodales para la terapia de Alzheimer y su prevención.
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