La cirugía bariátrica es lo que comúnmente se conoce como reducción de estómago. Se trata de la solución más eficaz para que los pacientes con obesidad mórbida, en los que la dieta, los medicamentos y el ejercicio no funcionan, puedan conseguir perder el peso que necesitan para alcanzar un índice de masa corporal saludable.
La intervención consiste básicamente en la división del estómago en dos partes, dejando de esta forma tan solo una pequeña parte en uso con una capacidad aproximada de unos 28 gramos. Esta capacidad es temporal puesto que el estómago se agrandará un poco más posteriormente. Al tener el estómago tan pequeño, se llena muy pronto y la sensación de saciedad hace que la absorción de calorías sea mucho menor.
Tipos de cirugía bariátrica
Banda gástrica ajustable
Se realiza por laparoscopia, una técnica mínimamente invasiva que permite realizar una intervención sin necesidad de abrir al paciente, lo que supone una recuperación menos dolorosa y mucho más rápida. La cirugía consiste en colocar una banda elástica en la parte superior del estómago. Esta banda actúa inflándose y comprimiendo el estómago como si fuera un cinturón, reduciendo considerablemente su tamaño.
Bypass gástrico
Esta modificación anatómica del sistema digestivo reduce el tamaño del estómago mediante la colocación de grapas. El pequeño estómago se conecta directamente al intestino delgado, con lo que la comida salta una buena parte del mismo, disminuyendo de esta forma la absorción de calorías y de nutrientes. La operación se lleva a cabo tanto por vía abierta como por vía laparoscópica.
Gastrectomía vertical en manga.
Al igual que la técnica anterior, puede hacerse tanto con cirugía abierta como con cirugía laparoscópica. Este procedimiento quirúrgico consiste en la extirpación de una gran parte del estómago. Se extrae aproximadamente el 80% del estómago, de forma que la parte del estómago que permanece en uso adopta la forma de una manga o tubo delgado.
Riesgos de la cirugía bariátrica
Además de los riesgos propios de cualquier tipo de cirugía general y de la anestesia, existen otros más específicos que son comunes en este tipo de operación, entre los que se encuentran las posibles filtraciones en la división del estómago, las lesiones en los órganos afectados por la intervención, gastritis o acidez en el estómago, una posible úlcera, bloqueo de los intestinos por la cicatrización en el abdomen, pérdida de masa ósea provocada por la reducción de la absorción de nutrientes, vómitos, bajos niveles de glucosa en la sangre, hemorragia, infección, trombosis o embolia.
Después de la operación
Con la intervención no termina este largo proceso, se cierra una etapa y comienza otra muy importante y decisiva. Es imprescindible cambiar el estilo de vida, pues el cuerpo cambia por completo la forma de procesar los alimentos.
Tras la operación es importante practicar ejercicio de forma habitual, comer sin prisas y masticando mucho los alimentos, ingerir mucho líquido, no comer si se tiene sensación de saciedad, hacer seis comidas al día, no comer alimentos calóricos, comer mucha verdura, frutas, granos integrales y proteínas, y tomar suplementos vitamínicos.